Yauco, 28 de octubre de 1898, 10:00 pm.
Una partida de tiznados invadió la casa de un caficultor, lo asesinó frente a su familia y se marchó al son de una sinfonía.
El homicidio de Prudencio Méndez fue el segundo atribuido a la misma partida en menos de un mes y el detonante de uno de los juicios más comentados bajo el recién llegado régimen estadounidense.
Puso también a prueba el sentir puertorriqueño para con la pena de muerte en la isla de cara al futuro.
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