Como si para sobrevivir hubiera que enloquecer, los personajes de El palmar de los locos transitan como apariciones de su isla convulsionada al exilio, se deslizan como fantasmas de una a otra poca y, como Cagliostro, pueden estar en distintos lugares al mismo tiempo.
Mientras pedalea su bicicleta por la costa del Mediterr neo, El as Palma recuerda la fuga de la isla por Santa Cruz del Sur.
De Cuba a Miami, de Miami a Madrid y finalmente, a Pe scola.
Desde la Carre.