Nadie podr a tampoco no disfrutar la destreza y variedad de recursos que el escritor despliega en el arte de narrar, ya se trate de articular una serie de estampas en apariencia sueltas (los lances con el ciego), ya de graduar magistralmente en ritmo y cl max una acci n nica, en un escenario casi desnudo (la casa del cura), o de contar lo que no se cuenta, antes bien precisamente lo que se niega (el l o del Arcipreste con la mujer de L zaro).
Pero acaso la misma agilidad del relato y la frescur.