Lejos del mar, Esteban se sienta con frecuencia en una bita, no para escuchar aquellos cuentos, ve desfilar a todos sus amigos en silencio, olvidados y tristes.
Les tiende la mano para rescatarlos y los devuelve a la vida con su teclado.
Sonr en y le regalan una larga pitada, arr an e izan sus pabellones como saludo, ellos contin an navegando.